viernes, 1 de junio de 2012

¿ESTAR O SER GORDOS?


Tenemos el placer de trabajar interdisciplinariamente, con Médicos, Psicólogos, Profesores de Educacion Física, etc... estamos convencidas que es la mejor manera de hacerlo, es la manera en la que se consiguen los mejores resultados...
En esta ocasión, contamos en nuestro blog, con la colaboración de una Psicóloga, la Lic. Beatriz Morero, oriunda de la ciudad de Tres Lomas, que nos acerca una entrevista, un caso real, una mirada desde la terapia, de un obeso.
Esto no significa que todos los obesos presenten esta problemática, es un caso, es una persona, con sus características particulares, pero con similitudes a otros casos que solemos ver en el consultorio.
Los metemos en la terapia, los dejamos en compañía de Beatriz y Ernestina....

Ernestina Solasi consulta por decisión propia y a sugerencia de otro paciente.
Una mujer de treinta y tres años, de cabello negro, largo, ondulado, piel trigueña, ojos grande, expresivos, sonrisa fácil. Agradable.
Llega a cada encuentro ataviada con blusas hindúes, sueltas, largas al igual que sus polleras, atuendo que impresiona velar los bordes de su cuerpo, organismo de más de cien kilos. No es este el motivo de consulta.
Desea pedir aumento de sueldo en su trabajo, entiende que por el tiempo y la dedicación que le da debiera ganar más, y no se anima.
Relata que le gusta mucho lo que hace, tiene una formación académica e invierte en capacitación permanentemente.
Se queja: ¨ no puedo hablar de dinero, no me animo a pedir mas por lo que hago, me da vergüenza darle un valor económico a mi trabajo, he aceptado pasivamente el arancel que mi jefe me otorga. Hace un montón de años que sufro por eso ¨.
Pregunto como había arreglado su sueldo al momento de tomar el trabajo.
¨NO arregle nada, hace mucho tiempo que estoy en el mismo lugar, cuando empecé me pagaron sin consultarme, acepté ese modo; hoy con mas experiencia reconozco que me incomoda que el jefe decida solo, por mi¨.
Transcurre mucho tiempo ocupando las entrevistas en quejarse sobre esta imposibilidad de decir. Sin eficacia.
Cada vez que retoma el tema para no cambiar nada: ¨me enoja, me angustia no poder hablar, pienso en casa que lo voy a encarar y cuando llego non pasa nada. Beatriz..., esta sensación me provoca un inmenso pesar¨.
Repito su frase: "esta sensación me provoca un inmenso pesar¨. Agrego, ¨¿Ernestina, que le hace pesar tanto?¨.
Su rostro enrojece, aprieta los labios, la bonanza de su gesto de siempre de convierte en una mueca que indica desesperación. Cierra los ojos, llora silenciosamente.
Intervengo: ¨¿desea hablar de su peso, además del peso que le da el otro, el jefe?¨.
En tono muy bajo relata. ¨soy gordita desde chica. Tengo cinco hermanos, cuatro varones y yo. Soy la primera. Ellos han sido los grandes amores de mis padres... son deportistas, llenos de amigos, reuniones, vacaciones en grupo, divertidos concretos, simples dice mi mama, a diferencia mía, que parece he sido tímida, un poco solitaria¨.
Continua con el mismo tono de voz: ellos siempre se refieren a las mujeres como que hay que comprarles mas ropa, festejar los quince, vestido de egresados, pueden embarazarse; bueno, que tenemos mas ‘rollos’...; mi papa dice, con buena onda Beatriz, que las hijas mujeres son una mochila ‘mas pesada’ que los hijos varones¨.
Digo, ¨¿y el linaje femenino, tu madre, tu abuela, tus tías como se presentan en esta escena familiar de hombres sin rollos y mujeres como mochilas pesadas?¨.
¨son buenas personas ellas¨. Insisto: ¨¿y lo femenino por donde va, como circula?¨.
¨¿cómo seria eso de lo femenino, Beatriz?¨.
¨Freud no supo como definir lo femenino, Ernestina, parece que cada una de nosotras tendrá que construirlo, pero no a solas, es con otros que se arma¨.
Vuelve a llorar: papá prefiere disfrutar con los varones, ellos se entienden, la pasan bien; y mama se alegra con eso¨.
¨¿y como lo pasan con vos?¨. yo soy silenciosa, de poco hablar. Casera. Cuando no trabajo me gusta hacer artesanías...¨.
Interesada indago sobre eso, que hace, para quien.
Me cuenta que hace estéticos objetos para sus familiares. ¨¿te da placer hacer otros?¨, ¨no se..., como casi no salgo mas que a trabajar, me entretiene...¨.
¨¿y esas construcciones son miradas de tu familia?¨. Sonríe. ¨Bueno... en casa me cargan con mis pequeñas obras de arte que ‘no dan de comer’; muy lindas, muy lindas pero...¨.
vuelvo. ¨¿y el pesar tuyo?¨. Cuenta ¨tengo cincuenta kilos de mas¨.
¨claro, cin-cuenta, sin registro, sin ser vista, sin ser mirada, sin mirarte. Es verdad, es sin- cuenta para una mujer, para lo femenino, en tu cabeza, en tu casa¨.
Cierro: Ernestina Sola-Si¨.
La gordura no es solo cuestión de hábitos, es tambièn una cuestión de personalidad (de vida, de familia), de estructuración psíquica dependiente, adictiva, fragilizada, tanto que en ocasiones desaparecen los bordes del cuerpo. La gordura tiene que ver con el ¨ser¨. Es una forma equivoca para no ¨ser desaparecida¨, para no morir.

Lic. Morero, Beatriz
Psicologa

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